Deberíamos reivindicar más nuestra lengua

25 de mayo de 2010
Esta frase me la dijeron por querer comunicarme con otras personas en inglés;y no hubo ni forma, ni manera, de que la persona que me lo dijo entendiera que, si bien la mayoría de las personas con las que me relaciono hablan español, no son todos, y que mi interés es llegarle a todos y no sólo a los hispanoparlantes.

Tanto en Twitter, Facebook, grupos, foros, y otros ambientes de la Web 2.0 en las que me desenvuelvo, interactúo con personas de todas partes del mundo, y el inglés es el idioma en el que todos se comunican actualmente. Pero resulta que para algunas personas el hecho de que yo abra un grupo, escriba un comentario, mi status o un tweet en inglés me estoy vendiendo a la “imposición de la influencia inglesa y estadounidense”.

Quizás es un tema generacional. Yo crecí en una época en el que el inglés es tan importante que negarse a aprender al menos lo básico es practicamente un suicidio social y profesional. En una época en la que no importa de dónde vengas, seguramente conoces el significado de Hello, Thank you, I'm Sorry y I love you. Incluso, lo más probable es que a veces digas algunas palabras o frases en inglés, en vez de español y que no te extrañe que al abrir un correo electrónico veas las siglas FYI, o recibas un mensaje de texto que comience por BTW o la típica despedida xoxo. Y ni hablar de mi particular sigla favorita WTF?.

En cambio, la mayoría de las personas que se molestan con estas actitudes son de generaciones anteriores, en las que aún el francés era el idioma diplomático. Pero entonces yo me pregunto: ¿No se enteraron de que la globalización es un hecho y está aquí?. Negar que el Inglés logró, lo que no logró el Esperanto, es negarse a ver más allá de las narices de cada uno.

Ahora bien, esto no quiere decir que tengamos que perder nuestra cultura y nuestro idioma; que dejemos de comer arepas para comer waffles, que dejemos de tomar Polar para tomar Heineken, que en vez de celebrar el Carnaval, celebremos Thanksgiving, o que cambiemos al Niño Jesús por Santa Claus; aunque particularmente no me importaría cambiar el reggaetón por el Rock and Roll :p

El caso es que si bien yo amo el castellano, no dejo de admitir que el inglés, no sólo es el idioma internacional por excelencia con el que puedes comunicarte en todo el mundo, sino que, además, es uno de los idiomas más sencillos de aprender. Pretender a estas alturas reivindicar el castellano como idioma internacional, me parece ridículo.

Y no es que yo sea pitiyanqui, porque amo ser venezolana; pero yo no odio la cultura anglosajona, ni para mí son el enemigo, ni creo que nos estén imponiendo nada. Al final del día cada persona vive como quiere vivir.

Y aunque no tiene mucho que ver, les dejo un video que me causa mucha risa y que me parece un digno ejemplo de lo que ocurre cuando no entiendes bien el inglés y te ves en la necesidad de enfrentarte al mundo anglosajón.

¿Por qué no puedes comportarte como las niñas normales?

18 de mayo de 2010
Eso me decía mi mamá casi todos los días cuando era pequeña. ¿Y qué significa ser una niña “normal”? Nunca lo entendí, pero por lo que me explicaban consistía en ser una niña que siempre sonría, obediente, con un vestidito con encajes y que le guste jugar con muñecas en vez de estar corriendo con los niños, patinando, montándose en un árbol y, muy importante, sin ensuciarse… mucho menos con los codos y rodillas llenas de cicatrices.

Sí, desde niña ya era una iconoclasta sin saberlo. Si el hecho de que me criara con puros varones fue el inicio de mi iconoclasia o fue sólo una consecuencia de la misma, será una pregunta que quizás nunca llegue a responder. El caso es que, para bien o para mal (y yo aseguro que para bien) crecí teniendo a mi alrededor un montón de niños de mi edad con quienes disfruté mi infancia como pocos niños lo hicieron, entre clubes imaginarios, experimentos inventados, travesuras y mucho más.

Odié las barbies como nadie y era el peor regalo que me podían hacer, creo que incluso prefería la ropa; y ni hablar de los vestidos. Los intentos de mi mamá por hacerme una niña linda en vez de la “marimacha” que era, sólo hacían que yo ratificara más mi posición.

Recuerdo la molestia de mi mamá cada vez que llegaba a la casa con un nuevo raspón en alguna parte de mi cuerpo… “cuando seas grande no te vas a poder poner una falda porque vas a tener las piernas llenas de cicatrices”, me decía angustiada. La verdad, ni falta que me hacen. Hoy en día, rara vez me pongo una falda, y las cicatrices en mis rodillas casi no se ven.

Los chicos más grandes que yo, que luego de adolescente se convirtieron en mis amigos también, también me subestimaban por ser “niña”. ¿Es que acaso las niñas no tienen derecho a divertirse?, ¿Quién dice que las niñas deben estar pegadas a sus muñecas, barbies y jugando a la casita?

Los mejores momentos de mi infancia fueron sin duda aquellos que desbordaban adrenalina… justo esos que una niña no "debería" vivir.

No seas Iconoclasta

13 de mayo de 2010
Cuando mi jefe me dijo esa frase hace unos meses, no sabía si se estaba burlando de mí o me estaba insultando, así que hice lo que cualquier persona hubiese hecho: Lo Googleé.

Gracias a la alianza entre Google y Wikipedia que hace que toda palabra que se busque dé como primer resultado la descripción en esta “enciclopedia” virtual, me encontré con la primera definición de la palabra:
Etimológicamente, el término se refiere a quien practica la iconoclasia, esto es a quien destruye pinturas o esculturas sagradas (iconos). Un ejemplo de iconoclastas fue la tradición bizantina, especialmente León III, que ordenó la destrucción de todas las representaciones de Jesús, la Virgen María y, especialmente, los santos.
En lenguaje coloquial, se utiliza también para referirse a aquella persona que va a contracorriente y cuyo comportamiento es contrario a los ideales, normas o modelos de la sociedad actual o a la autoridad de maestros dentro de ésta, sin que implique una connotación negativa de su figura.
Realmente, no me interesa en absoluto romper imágenes sagradas, pero el segundo párrafo de esta definición me encantó, e inmediatamente lo identifiqué conmigo. Sin embargo, como Wikipedia no es precisamente el lugar más confiable para obtener información, usé el segundo recurso virtual más importante después de Google: La RAE.

La vigésimo segunda edición del diccionario de la Real Academia Española define la palabra así:
(Del gr. εἰκονοκλάστης, rompedor de imágenes).
1. adj. Se dice del hereje del siglo VIII que negaba el culto debido a las sagradas imágenes, las destruía y perseguía a quienes las veneraban. U. t. c. s.
2. adj. Se dice de quien niega y rechaza la merecida autoridad de maestros, normas y modelos. U. t. c. s.
Ahora entendía por qué mi jefe me llamaba iconoclasta ¡Porque lo soy! Y lo mejor de todo es que me enorgullece serlo. Es así como, al decidir abrir un blog para expresar lo que pienso no dudé ni un segundo el utilizar esta palabra en el título de lo que será mi nuevo proyecto.

Así empieza este blog que compila las Reflexiones de una Iconoclasta.